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martes, 13 de octubre de 2015

Escupiendo Letras.

Se dice que en el paraíso esta la felicidad;
Pero yo la encontré al perderme en tus ojos.
Ojos donde la luz se hace tan fina y suave que acaricia tu corazón con una delicadeza que
te hace perder la cordura y solo tu alma se libera.
Una mirada libre, como el viento en la llanura que solo sigue su rumbo hasta desaparecer;
Tus ojos son esa felicidad que en este mundo tan infame nunca encontrare;
Y si tus ojos son mi muerte pues dichoso mi cuerpo y mi alma que ha de morir para ser feliz al perderse en tu mirada. 

La vida tiende a ser muy rápida y dura 
pero al hacerte el amor encontré el equilibrio que buscaba.
Esa fracción de segundo donde el mundo se detenía y tu suavidad 
me daba esa tranquilidad que seguro en mi camino no encontraría de nuevo.
Pero como la vida se acaba, ese momento también.
Todo tomo su rumbo y velocidad donde entendí que tu eres ese eclipse que solo ocurre una vez en la existencia.

Tu piel, tan suave y delicada como ese primer rayo de luz; 
Ese que florece en cada amanecer justo donde se cree el cielo y la tierra se hacen uno.
Así como tu y yo por la noche floreciendo entre las sábanas;
Teniendo yo, tu desnudez, como el cielo tiene al mar;
Y se fusionan en una delicada linea de amor perfecto, único y duradero.  

Escuchar tu voz es tan perfecto como 
Las sinfonías de Bethoven;
No solo acarician tus oídos, también abrazan tu alma y hacen vibrar cada centímetro de tu cuerpo.
No estremecerse seria un pecado ante tan angelical obra maestra de la naturaleza, 
Tan maravillosa como siempre.
La poción perfecta entre delicadeza y dureza.
Como robar en el cielo o amar en el infierno...

Ese día en el que estampaste tu sello en mi corazón; tan igual como se marca al ganado.
Soy tuyo, de tu propiedad, tu sumiso.
En una de tus manos reposa mi alma;
Sobre la otra solo mi cuerpo, entregado.
No se salir de tu posesión, pero tampoco quiero saberlo; mi vida te pertenece y mi cuerpo lo acompaña.
A tu servicio, a tu merced, la que me juzga y me salva;
La que me ama y me odia, solo tu, mi dueña.

La cura de mi locura; la salvación en mi oscuridad;
Mi ángel que ha de bajar de los cielos a curar mis heridas, 
Todas ellas hechas por una sociedad atormentada e impura donde nunca encaje, salvame!
Tu, mi ángel, amado ángel, toca mi pecho y has desvanecer este dolor tan cruel 
Que ha atormentado mi vida tan dura todo este tiempo, tocame, saname.